Dicen que en la vida hay que estar muy atareado y que, al estarlo, cada una de las acciones que emprendemos toma un valor relativo más ponderado. Si tenemos una sola idea con respecto de algo, esta idea se nos convierte, por lo general, en un punto de honor, y cuando alguien tiene la osadía de no estar de acuerdo con nosotros, se convierte en forma automática en nuestro rival, o por la medida pequeña, en nuestro competidor.
A veces no nos damos cuenta que quien está fallando no es el otro, sino que somos nosotros quienes, al no tener más razonamientos, nos encerramos en una banda y ni que se canten canciones, damos nuestro brazo a torcer.
Si consideramos muchos aspectos de los problemas y sus posibles soluciones, siempre encontraremos que existen las soluciones directas, las soluciones inmediatas, las soluciones posibles, las probables, las fáciles, las difíciles, las agradables, las favorables, las de conjunto que benefician a muchos, las egoístas, las sectarias, y a veces también recordamos con pena y vergüenza las soluciones que pudimos haber tomado en tal o cual ocasión y las que finalmente pusimos en practica.
Es indudable que la calidad de las soluciones que damos a nuestros problemas está condicionada por muchos aspectos que se escapan a nuestro control, más también es verdad que si no le damos la suficiente atención al problema en especifico, contribuiremos a dificultar la solución.
Cada cual hace de su camisa un saco y, por lo tanto, cada cual resuelve sus problemas a su real saber y entender; sin embargo, la humanidad nos ha venido mostrando que hay caminos que facilitan la solución de problemas y estos caminos siempre se inician con una palabra que es la clave de la solución: objetividad.
Con mentes ofuscadas no se consiguen soluciones y solo puede esperarse que suene la flauta; los problemas coyunturales que tienen que ver con estructuras sociales jamas se han solucionado con varitas mágicas; no hay ejemplo alguno en la historia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario